Blogfolio de la Diplomatura Educación y Nuevas Tecnologías (Flacso)

Este blog tiene el propósito de compartir reflexiones y experiencias acerca de la Educación y las Nuevas Tecnologías.

¿Las máquinas pueden hacer más inteligentes a las personas?

Reseña del trabajo: “Coparticipando en el conocimiento: la ampliación de la inteligencia humana con las tecnologías inteligentes”, de Gabriel Salomon, David. N. Perkins y Tomar Globerson

¿Quién no se ha hecho alguna vez esta pregunta? El artículo de Salomon, Perkins y Globerson responde a ella con reflexiones por demás interesantes por la calidad de los argumentos que se esgrimen y las nuevas preguntas que se abren.

Por empezar, los autores realizan una distinción conceptual que resulta fructífera para precisar los problemas involucrados en la pregunta inicial:

Por un lado, se refieren a los efectos de trabajar CON la tecnología, esto es, de qué manera dicho trabajo incide en la calidad del trabajo que se realiza con ayuda de la tecnología.

Por otro lado, los efectos DE la tecnología, es decir, cómo el uso de tecnología incide en el trabajo cognitivo del sujeto en ausencia de esa tecnología.

¿Significa entonces que los estudiantes son más inteligentes si han usado la tecnología?

Esto dependerá de varios factores. Por ejemplo, no se trata de cualquier tecnología. Interesan las tecnologías que trabajan con nosotros, las que requieren de nuestro esfuerzo para hacerlas funcionar. Son los ordenadores inteligentes los que ofrecen la posibilidad de colaboración que amplía el rendimiento intelectual del usuario.

Pero además para que esto ocurra tiene que haber un compromiso voluntario del usuario. Depende de cómo se realice la colaboración entre tecnología y usuario. Así, se distingue una manera “sistemática” y “analítica” de evaluar esta colaboración. La perspectiva “sistemática” evalúa el funcionamiento del sistema en su conjunto, juzgando el rendimiento general del sistema y el producto final de la máquina-persona.

La perspectiva “analítica” focaliza en los tipos específicos del proceso mental que constituye la contribución del ser humano. Este es el enfoque que más le interesa a la educación por cuanto estudia el residuo cognitivo provocado en el alumno como producto de su interacción con la tecnología. ¿Pero esto posible si hablamos de aprendizaje situado? ¿Las tecnologías impactan en la mente de las personas de manera de producir cambios profundos en los modos de conocer de los sujetos?

De acuerdo a varios estudios acerca de la escritura (Havelock, 1982) parecería que los cambios no son tan fácilmente comprobables como se quisiera ver. Las nuevas tecnologías inteligentes parecen simplificar el asunto pero los resultados siguen siendo ambiguos. Parecería que la posibilidad de residuos cognitivos transferibles estaría dada por la calidad de la participación de los estudiantes en las situaciones de enseñanza. En estas situaciones se deberían provocar reflexiones acerca de las habilidades puestas en juego, es decir, provocar una abstracción conciente de las estrategias mentales usadas durante la situación.

Pero el análisis no se reduce solamente a la relación entre tecnología y personas. Si nuestro interés es la educación, debemos incorporar otros factores. Así, en el plano normativo debemos preguntarnos si no puede haber efectos negativos del uso de la tecnología. Quizás algunas habilidades queden incapacitadas o se pierdan.

Los efectos de la tecnología en las capacidades mentales parecen ser notables cuando inundan la sociedad entera. En el lado opuesto, si no existe tal presencia cultural, los efectos serán mínimos. El caso de los Vai iluestra esta idea: en dicha cultura la lectura y la escritura no cumplían un rol importante. Por lo tanto sus efectos no eran importantes.

La tecnología no es el único factor que incide en las herramientas mentales, importa más bien la “nube de variables correlativas” (tecnología, actividad, ambiente, rol del profesor). Si se utiliza la tecnología con actividades tradicionales, los cambios no impactarán en la mentalidad de los sujetos. No es la herramienta en sí misma la que provoca el cambio, sino su relación con las actividades que se proponen y el rol que se atribuye al docente y al alumno. El problema sigue siendo didáctico.

Retomando la pregunta inicial, si las máquinas pueden hacer más inteligentes a las personas, la respuesta es afirmativa pero bajo ciertas condiciones:

- Los efectos de trabajar CON la tecnología mejoran el rendimiento siempre y cuando la tecnología asuma parte importante del trabajo cognitivo que en otras situaciones quedaría a cargo de la persona.

- Los efectos DE la tecnología se producen con determinados diseños del entorno cultural.

Havelock, E. A. (1982): The literate revolution in Greece and its cultural consequences. Princeton, NJ: Princeton University Press.

¿Las redes que nos unen o nos atrapan?

Tecnologías de la cooperación. RHEINGOLD, Howard. Multitudes inteligentes. La próxima revolución social. Barcelona, Gedisa, 2004. Caps. 2 y 7

En el inicio de este capítulo el autor se pregunta: “¿Qué aportan las comunidades virtuales para que el individuo comparta constantemente información con personas a las que no ha visto nunca cara a cara?”. La respuesta es: “capital de red social, capital de conocimiento y comunión”.

Es posible admitir que Internet permite ampliar los lazos sociales pero creo que la posibilidad de construcción de nuevo conocimiento está limitada por la calidad de los lazos y los capitales culturales con quienes interactuamos (además de posibilidades materiales de producir esas redes).

Sin dudas, Internet permite cambiar las formas de cooperación. Pero siempre están presentes los problemas inherentes al funcionamiento social. Como el mismo autor explica, la cooperación y el conflicto son dos caras de un mismo fenómeno. Mientras algunos piensan en el bien común - un recurso del que todos podemos beneficiarnos, tanto si hemos contribuido a crearlo como si no-, otros buscan el beneficio de unos pocos. El instrumento –en este caso Internet- puede servir a uno u otro objetivo.

Para Rheingold, aspectos que contribuyen a la cooperación tales como la identidad, la reputación, los límites, los incentivos al compromiso y el castigo de quienes actúan solo pensando en sí mismos, se verán afectados por la tecnología.

Justamente, los fundamentos de Internet son obra de una comunidad de inventores que los cedió a la comunidad de usuarios: los hackers. La ética del grupo consistía en:

  • El acceso a los ordenadores debe ser ilimitado y total.
  • Siempre tiene prioridad el imperativo práctico sobre el enfoque teórico.
  • Toda información debe ser libre.
  • Desconfiar de la autoridad; fomentar la descentralización

Siempre de acuerdo al mismo autor, “la comprensión de la ética hacker y el modo en que se construyó Internet para funcionar como bien común es esencial para pronosticar dónde se originarán las tecnologías de cooperación futuras y de qué modo se fomentará o limitará su uso.”

El futuro, sin embargo, no parece tan promisorio en la medida que los intereses de unos pocos logran imponerse por sobre los demás. Los que han concentrado capital en las infraestructuras y grandes empresas pueden controlar los bienes comunes y reservarse el poder de innovación, excluyendo técnicamente a los futuros innovadores. Coincidimos con el autor en que por el momento vencen los intereses privados.

Las multitudes inteligentes, una multitud con conciencia propia de movimiento dirigido hacia un objetivo común, también es una posibilidad creada a partir de las nuevas tecnologías: “El poder de la multitud se refleja en su capacidad de superar las restricciones físicas de la planificación urbana, del mismo modo que tiende a difuminar las distinciones sociales, provocando una sensación de distanciamiento. Su autoridad radica en la capacidad de fomentar el movimiento y la agitación, atenuando así las presiones de los tecnócratas del Estado, las autoridades eclesiásticas y los intereses empresariales que pretenden regular o controlar tales movimientos.”

Consideramos no obstante que depende en parte de los objetivos si podemos llamar a estas multitudes como “inteligentes”: ¿Es inteligente un grupo que se reúne en un mismo lugar físico para mantener una guerra de almohadas”? Si eso lo promoviera la escuela, sería criticado por toda la eternidad.

El autor explica que la “red social significa, en la jerga del análisis de redes sociales, que cada individuo de una multitud inteligente es un «nodo» que tiene «enlaces» sociales (canales de comunicación y vínculos sociales) con otros individuos. Los nodos y los enlaces, elementos de las redes sociales creadas por humanos, son también componentes fundamentales de las redes de comunicación construidas con cables de fibra óptica o dispositivos inalámbricos, una de las razones por las que las nuevas tecnologías de comunicación han propiciado cambios sociales profundos.” Cité este largo fragmento porque pareciera que la inteligencia y la importancia de la red está en la red misma. Sostengo que es el modo en que se circula en esa red lo que realmente vale. El interactuar con otros puede volvernos seres humanos más consumidores, más ansiosos, más indefensos e inseguros, o todo lo contrario. Depende de la calidad de los vínculos y el modo en que nos apropiemos de ellos

Creo que es la escuela tiene un papel importante que cumplir en todo estos planteos. Brindar acceso a las tecnologías es solo un primer paso para formar un sujeto y una multitud inteligentes. La posibilidad de crear conocimiento y compartirlo con otros para re-crearlo es posible si se sostienen situaciones de enseñanza en donde se piensen “usos inteligentes de las tecnologías”.